Recuerdo los días previos a su despedida, comentaba a mis amigas que no podría estar sin él más de una semana, que no estaba preparada para esa experiencia, pero ellas me decían: Silvia ,si le quieres, apoyalé. Así lo hice.
Cada momento, cada costumbre, cada rutina y cada cosa que haciamos juntos me recordaba a él, pero aprendí a controlar mis recuerdos, aprendí que cuanto más rápido quieres que pase el tiempo, más lento va, así que decidí lo siguiente; decidí respetar sus decisiones y apoyarle, decidí sufrir a cambio de su felicidad, porque si él estaba bien yo también.
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